El hipotiroidismo en los perros se desarrolla debido a la insuficiencia de la hormona tiroidea, lo que puede causar una pérdida de pelo debido a un fallo en su proceso de crecimiento. Por lo general, esta pérdida de pelo se observa en el cuerpo y la cola del animal, sin afectar a la cabeza o las extremidades. Otros síntomas comunes del hipotiroidismo incluyen piel y pelo secos y quebradizos, aumento de la pigmentación de la piel, así como descamación y formación de costras. Además de los problemas dermatológicos, pueden presentarse síntomas como aumento de peso corporal, letargo, disminución de la actividad física e intolerancia al frío.
El hipotiroidismo generalmente se produce en perros mayores de cinco años de edad. El diagnóstico de la enfermedad incluye un análisis de sangre. La prueba sanguínea más fiable es la que se denomina test de estimulación con TSH. Esta prueba es complicada y no siempre definitiva, por lo que el hipotiroidismo se diagnostica con dificultad en algunos casos. La respuesta al tratamiento resulta de gran importancia para confirmar el diagnóstico de la enfermedad, ya que una respuesta inadecuada al tratamiento con hormonas tiroideas indica que el perro no es hipotiroideo.
Factores importantes en el tratamiento
INSTRUCCIONES DE TRATAMIENTO:
Avise a su veterinario si observase alguna de las siguientes situaciones:
Las glándulas anales o sacos anales son dos estructuras ubicadas a ambos lados del ano, debajo de la cola y superficialmente bajo la piel en perros y gatos. Su función es producir un líquido aceitoso, espeso y oscuro con un olor fuerte y distintivo. Normalmente, estas glándulas se vacían durante la defecación, contribuyendo al marcado del territorio en los carnívoros. Los perros y gatos pueden vivir sin problemas si estas glándulas se eliminan.
En ocasiones, estas glándulas no se vacían adecuadamente, lo que provoca que su contenido se vuelva más denso y oscuro, dificultando su vaciado posterior. Esto se conoce como impactación, y los perros suelen adoptar posturas típicas arrastrando el ano sobre alfombras y moquetas para aliviar el picor y dolor en la zona. Además, la base de la cola y el área perineal pueden estar manchadas con este líquido y tener un aspecto aceitoso. Muchos perros y gatos se lamen constantemente la zona afectada y muestran dolor al ser examinados. Los perros afectados suelen tener un olor característico.
La impactación puede complicarse con una infección de las glándulas, que provoca un dolor significativo. Además del dolor y la fiebre, pueden presentarse hemorragias y tendencia al estreñimiento. Si la infección no se trata rápidamente, puede desarrollarse un absceso, que suele requerir una pequeña intervención quirúrgica para su resolución.
Algunos casos avanzados y pacientes con tumores benignos o malignos (cáncer) en estas estructuras requieren una intervención quirúrgica para extirpar los sacos anales.
Para prevenir este problema, es importante eliminar por completo los alimentos que causen estreñimiento, evitar dar huesos enteros o triturados, mantener una higiene cuidadosa lavando frecuentemente el área afectada y acudir rápidamente a la clínica veterinaria si se detectan anomalías en el aspecto externo, un olor desagradable, dolor al defecar o las posturas típicas que indican problemas en las glándulas anales.
El hígado, un órgano de considerable tamaño situado en el abdomen, es esencial para la vida, desempeñando más de 100 funciones vitales. Estas incluyen la eliminación de desechos de la sangre, la depuración de toxinas y medicamentos, el metabolismo de las grasas, el almacenamiento de carbohidratos como reserva energética, la contribución a la coagulación sanguínea, la producción de bilis crucial para la digestión, así como la síntesis y eliminación de una variedad de sustancias en el organismo, como hormonas.
Las enfermedades hepáticas a menudo son difíciles de diagnosticar hasta que alcanzan etapas graves, debido a la extensión del tejido hepático y a su capacidad de realizar funciones básicas incluso cuando está dañado. El hígado también tiene cierto grado de capacidad de regeneración, pudiendo recuperarse espontáneamente en ciertos casos.
Los síntomas de las enfermedades hepáticas varían según la causa, localización y gravedad del problema. Se requieren varios análisis de sangre y, en ocasiones, de orina para evaluar el daño hepático. En algunos casos, la única manera de determinar el tipo exacto de enfermedad hepática es mediante una biopsia hepática, que implica obtener una pequeña muestra de tejido para su análisis en laboratorio. Otras pruebas como radiografías, ecografías o citologías pueden ser indicadas en diferentes situaciones.
El tratamiento de ciertos tipos de enfermedades hepáticas puede requerir intervenciones quirúrgicas, mientras que en otros casos se pueden utilizar medicamentos, a menudo con hospitalización, aunque en algunas ocasiones se pueden realizar tratamientos ambulatorios en casa. Es importante tener en cuenta que a veces el objetivo es curar la enfermedad hepática, mientras que en otros casos se busca simplemente controlarla, mejorar la salud general y retrasar su progresión.
La colitis es una inflamación del colon, una sección del intestino grueso, mientras que la gastroenteritis es una inflamación que afecta a todo el sistema gastrointestinal, pudiendo implicar la gastritis (inflamación del estómago), la enteritis (inflamación del intestino), la colitis (inflamación del colon) y la proctitis (inflamación del recto).
Tanto las colitis como las enteritis suelen manifestarse con diarrea, y en el caso de la gastroenteritis, pueden presentarse también vómitos. Las causas de estas afecciones son diversas, desde el consumo de alimentos inadecuados hasta problemas más graves como alergias, infecciones o incluso cáncer. Por lo general, se pueden tratar rápidamente y de manera efectiva, abordando causas como parásitos intestinales, bacterias, consumo de huesos o restos de comida, ingestión de hierbas o plantas, entre otros.
Los síntomas varían desde leves, con diarrea ocasional, hasta situaciones graves con diarrea, vómitos, presencia de sangre o mucosidad en las heces, fiebre, deshidratación, anemia, dolor abdominal, decaimiento y apatía. En casos graves, se requiere atención médica urgente y un tratamiento completo para intentar recuperar al paciente.
Aunque los casos leves suelen resolverse rápidamente, las complicaciones graves pueden ocasionar problemas médicos serios e incluso tener consecuencias fatales. Por lo tanto, es fundamental realizar pruebas diagnósticas para identificar la causa del trastorno. Esto puede implicar radiografías, análisis de heces o análisis de sangre, con el fin de establecer el tratamiento más adecuado en cada caso.
Las garrapatas, junto con las pulgas, son los parásitos externos más comunes en perros y gatos. No solo causan lesiones locales, sino que también pueden transmitir enfermedades infecciosas graves.
Aunque pueden aparecer en cualquier época del año, son más frecuentes en climas húmedos y cálidos, especialmente al final de la primavera, durante el verano y al principio del otoño.
En España, la especie más prevalente es Rhipicephalus sanguineus, conocida como "garrapata parda del perro", debido a su amplia distribución y alta frecuencia de parasitación en perros. Afecta principalmente a perros y algunos mamíferos pequeños, así como a los humanos. Por otro lado, la "garrapata de la oveja" o Ixodes ricinus es menos común, típica de zonas húmedas, y tiene una amplia variedad de hospedadores, incluyendo a los humanos. Ambas especies pueden actuar como vectores de numerosos microorganismos causantes de enfermedades.
Ciclo biológico:
Las garrapatas son parásitos temporales que pasan por tres fases en su ciclo vital: larva (a partir de los huevos puestos por la hembra adulta), ninfa y adulto. Para completar cada fase, necesitan alimentarse de sangre, lo que implica un contacto directo con el hospedador durante 3 a 10 días.
Detectan a su hospedador a través de un órgano sensorial en sus patas y luego se desplazan hacia áreas con menos pelo, como el abdomen, la cara o las orejas. Una vez allí, liberan una sustancia que les permite adherirse fuertemente a la piel y, mediante piezas bucales especiales, succionan la sangre.
La importancia de las garrapatas radica no solo en las lesiones locales que causan, como inflamación, reacciones alérgicas y abscesos, sino también en su capacidad para transmitir enfermedades graves como la ehrlichiosis, la babesiosis o la enfermedad de Lyme, entre otras. Además, pueden provocar anemia en animales jóvenes muy parasitados, incluso causando la muerte.
La mejor forma de prevenir su aparición es utilizando productos antiparasitarios como champús, lociones, sprays, collares o pipetas. Dada la amplia variedad de productos disponibles, es recomendable consultar con un veterinario para recibir orientación sobre el uso adecuado y la mejor época para comenzar el tratamiento, así como para aprender a eliminarlas correctamente si ya están presentes. Nunca se deben arrancar cuando están vivas, ya que las piezas bucales que succionan la sangre pueden permanecer en la piel y causar lesiones locales. Es importante seguir las instrucciones del veterinario.
La próstata es una glándula que rodea la uretra en la salida de la vejiga de la orina en gatos y perros machos. Su función principal es producir parte del fluido seminal, lo que la vincula directamente con las funciones reproductoras y los niveles de hormonas masculinas en la sangre. Las enfermedades de la próstata, debido a su ubicación, a menudo se relacionan con diversos problemas urinarios, ocasionalmente causan trastornos digestivos como estreñimiento y, en casos menos comunes, pueden provocar problemas nerviosos que afectan los movimientos normales del animal. La hiperplasia prostática es el problema más común, caracterizado por un crecimiento anormal de la glándula debido a un exceso de hormonas masculinas en la sangre, especialmente en perros mayores de 5 años. Una complicación más grave es la prostatitis, una infección bacteriana que causa dolor intenso y fiebre. Sin tratamiento, puede desarrollarse quistes prostáticos que a menudo requieren cirugía urgente. Además, aunque raramente, pueden presentarse tumores benignos y, en casos excepcionales, tumores malignos (cáncer de próstata) en perros y gatos. El tratamiento de estos problemas puede implicar el uso de antibióticos, antiinflamatorios, analgésicos, hormonas e incluso cirugía, como la extirpación de quistes prostáticos o la esterilización del perro para corregir permanentemente el exceso de hormonas masculinas. Todos estos tratamientos pueden reducir temporal o permanentemente la capacidad reproductiva del animal.
Los perros y gatos, al igual que las personas, pueden padecer alergias, una condición hereditaria que se manifiesta tras la exposición a sustancias llamadas alérgenos. Estos alérgenos incluyen pólenes, polvo, caspa, mohos, picaduras de insectos y proteínas de alimentos. La exposición puede ocurrir al inhalar, al contacto con la piel, al ingerir ciertos alimentos o por picaduras de insectos. Los animales con predisposición a las alergias suelen presentar síntomas entre el primer y sexto año de vida, aunque pueden aparecer a cualquier edad, y suelen empeorar con el tiempo. Los síntomas de la alergia en perros y gatos se manifiestan principalmente con picor (rascado, frotado, mordisqueo o lamido), enrojecimiento e irritación de la piel, lo que conduce a heridas y pérdida de pelo debido al rascado continuo. Las zonas afectadas suelen ser extremidades, cara, orejas, axilas e ingles, aunque pueden variar de un individuo a otro. Algunos presentan picor todo el año, mientras que otros lo experimentan estacionalmente, en primavera u otoño. El diagnóstico de la alergia depende del tipo. Las alergias inhalatorias se diagnostican mediante pruebas intradérmicas o, en algunos casos, análisis de sangre. Las alergias alimentarias se identifican con una dieta de eliminación. La alergia a la picadura de pulga se diagnostica por la historia clínica, los síntomas y la presencia de pulgas, así como la respuesta positiva a la eliminación de estas. El tratamiento varía según el individuo. Se pueden usar productos refrescantes para aliviar el picor, antihistamínicos o corticoides en algunos casos. La identificación y evitación del alérgeno es la mejor opción. Para alergias ambientales, las vacunas de alergia pueden ser efectivas a largo plazo en algunos casos. En alergias alimentarias o a la picadura de pulga, se deben evitar los ingredientes alimentarios problemáticos o la exposición a pulgas, respectivamente.
La ehrlichiosis es una enfermedad causada por un parásito del grupo de las rickettsias, que afecta la sangre al atacar los glóbulos rojos. Entre las cuatro rickettsias que pueden causarla, la más común es la Ehrlichia canis. Los perros se infectan al ser mordidos por garrapatas portadoras del parásito, aunque también pueden contagiarse por transfusiones sanguíneas de animales enfermos. Desde la infección hasta los primeros síntomas suelen pasar entre 8 y 20 días. La fase inicial, aguda o precoz de la enfermedad dura de 4 a 6 semanas, durante las cuales el perro experimenta pérdida de peso, fiebre, decaimiento, secreción ocular y nasal, problemas respiratorios y agrandamiento de los ganglios linfáticos. En algunos casos, la infección puede ser casi asintomática, persistiendo durante meses o años. Los perros con formas más leves pueden desarrollar una infección crónica. El diagnóstico se realiza mediante análisis de sangre, y a veces mediante aspirados de médula ósea. La prevención se centra en controlar las infestaciones de garrapatas, aunque basta con una sola para transmitir la enfermedad en poco tiempo. Hasta ahora, no existen vacunas efectivas contra la ehrlichiosis.
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